“La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que
introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia,
está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de
Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma.
Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Éste
empieza con el bautismo (cf. Rm 6, 4), con el que podemos llamar a Dios con el
nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto
de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha
querido unir en su misma gloria a cuantos creen en él (cf. Jn 17, 22)” (Porta
fidei, 1).
El Papa durante este tiempo de
Gracia nos invita a:
- Redescubrir el
camino de la fe
- Iluminar la
alegría y el entusiasmo del encuentro con Cristo.
Teresa nos alienta a reavivar la fe
en la oración
“Hemos de ver cómo podremos entrar en nuestro hermoso y deleitoso castillo…
La puerta para entrar en este castillo
es la oración y consideración,
no digo más mental que vocal,
que como sea oración
ha de ser con consideración;
porque la que no advierte
con quién habla
y lo que pide
y quién es quien pide
y a quién,
no la llamo yo oración,
aunque mucho menee los labios…”
(Santa Teresa, Moradas primeras 1,7).
- La puerta para conocer y amar al
Dios, que es Todo, es la oración.
- En la oración
importan las personas: Él y nosotros, quién soy yo y Quién es Él, qué pido y a
Quién.
- La riqueza de
nuestra comunicación con los demás nos prepara para una comunicación profunda
con Dios.
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