DEPARTAMENTO DE PASTORAL

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miércoles, 14 de septiembre de 2016

DECÁLOGO PARA EL CURSO 2016-2017

1. Que los errores del año pasado no te impidan avanzar en aquellos proyectos e ideales que te marcaste: aportarán ilusión a tu trabajo.

2. Vive con intensidad lo que haces. Cuando uno disfruta con lo que aprende o enseña, se nota. No pongas "el piloto automático".

3. Aprecia lo que realizas. No siempre solemos conseguir lo que pretendemos. Hay que caminar hacia adelante con lo que tenemos.

4. Respeta a las personas que están delante de ti. Si eres profesor, llena de sabiduría a tus alumnos. Si eres alumno, valora el esfuerzo de los que intentan abrirte horizontes.

5. Sé consciente de tus limitaciones. Con ello conseguirás dos cosas: la humildad y el que los demás puedan ayudar.

6. Encomienda a Dios tus afanes. Él te dará la serenidad antes las dificultades, la sabiduría ante los retos, la constancia cuando te ronde la debilidad.

7- Sé persistente en tu responsabilidad. Educar, ni ser educado, es fácil. En el día de mañana se agradecen dos cosas: las personas que se desgastaron por nosotros y los conocimientos adquiridos.

8. Reflexiona sobre los frutos del pasado curso e intenta alcanzar aquellos objetivos que no fueron cumplidos.

9. Muéstrate delicado en tus expresiones físicas y verbales. No por ser espontáneo y duro, somos más personas ni más respetados. Todo lo contrario.

10. Defiende tus ideales cristianos. Que se te vea contento de tu pertenencia a la Iglesia de tu amistad con Cristo. Tendrás tu recompensa.

jueves, 1 de septiembre de 2016

ORACIÓN PARA EL AÑO DE LA MISERICORDIA

Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a él.
Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena, de buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedra tras la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.
Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¿Si conocieras el don de Dios!
Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la Misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de tí, su Señor, resucitado y glorioso.
Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error5: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción, para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres, proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos.
Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia.
A tí, que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.